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Y a continuación tenéis una historia que escribí hace un tiempo para que reflexionéis, no solo acerca de los animales, sino sobre el mundo en el que vivimos, la sociedad...¡¡Comentad, queremos conocer vuestra opinión!!
El mundo perfecto de la
bola de cristal
Había una
vez una poderosa diosa que decidió crear un universo paralelo en una
bola de cristal, basándose en la armonía y el respeto para poder escapar del
mundo cruel que la atrapaba.
Era un mundo
perfecto creado con su energía y su poder, como ella había planeado, como lo
deseaba, con sus leyes, sus manías, sus pensamientos y sin que nadie tuviera
ninguna posibilidad de cuestionar su autoridad.
Creaba seres
para vivir en su mundo, programados y eliminados cuando su evolución fuera lo
mínimamente avanzada para pensar. La diosa tenía su mundo perfecto, con los
seres perfectos, en el que pasaba una gran parte de su tiempo intentando llegar
a una perfección que desde su punto de vista tenía que alcanzar, era una obsesión,
una pesadilla que algún día empezó como modo de distracción.
Hasta que el
peor de los días llegaron dos
especímenes de otro mundo, solo querían destruir, saquear, arrasar, modificar y
asesinar a los seres que habitaban en ese paraíso, una masacre, una catástrofe que se movía como un
tornado de desesperación
La diosa
preocupada y impotente de lo que le estaba ocurriendo a su mundo fue a pedir ayuda
a otros dioses, todos aceptaron y fueron a ayudarla, pero cuando llegaron a
aquel mundo, contemplaron como la desolación arrasaba, le dijeron que la
solución estaba en ella, dieron media vuelta y se fueron…
La diosa
contempló su bola de cristal, todo se desvanecía, con mucho cuidado la sujetó con ambas manos, la bola cada vez se hacía más
pesada, cayó de rodillas y empezó a llorar. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué todo
lo que había creado se desvanecía? ¿No había servido de nada su empeño? Cada
vez el cristal se estaba haciendo más negro, hasta que al final solo tuvo entre
las manos un frio trozo negro.
Presa por la
furia empezó a gritar, la sangre dejo de correr por sus venas, todo lo que
había en su interior era ira, frustración y por última vez decidió entrar en su mundo,
aunque no pudiera regresar jamás a su cuerpo, para matar a los seres que a sangre fría lo
habían destruido.
Ya no caminaba
por hierba verde y fresca, ahora solo pisaba cenizas, buscaba desesperada a las malditas criaturas, cuando
las encontró levanto sus manos para lanzar una poderosa maldición. Pero en ese
preciso instante de unas décimas de segundo se dio cuenta de una cosa, la culpable de haber destruido su mundo había sido ella, esos dos seres no eran nada más
que sus propios demonios, había convertido su paraíso en su infierno personal.
Poco a poco todo empezó a desintegrarse y su alma y su inmortalidad fueron desapareciendo lentamente, hasta que al final
solo quedó un puñado de cenizas de lo que un día habido sido un ser divino,
obsesionado con lograr una perfección
que su condición de dios ya le había ofrecido y un paraíso transformado en infierno por la
simple necesidad de crear un refugio, una fachada para escapar de todo y fingir que nada está pasando, aunque lo único
que ocurre es que nuestros más oscuros pensamientos nos matan por dentro y
debemos enfrentarnos a ellos y hacerlos desaparecer.
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